Me gustaba el tango aun cuando no sabía que me gustaba el tango. Seguramente para todo rioplatense es algo que viene en nuestros genes, pero no se despierta hasta que lo necesitamos.
En mi casa de chico se escuchaba rock, se respiraba rock, muy rara vez se escuchaba un tango, si llegaba a sonar algún tango en la radio mi madre me pegaba el grito de «saca eso», el tango estaba censurado.
La madre de mi madre la abandonó al nacer y mi madre se crio en orfanatos y casas donde fue pernoctando. Su niñez no fue fácil, para ningún niño que no esté con sus padres que no tenga su lugar de pertenencia y una infancia feliz, lo es.
Un día mientras trabajaba con mi padre y mi hermano la cantora (la radio) pasó un tango, me agarro desprevenido por completo, mientras lo escuchaba no escuchaba tango, escuchaba rock. Puede ser algo difícil de entender, pero mientras escuchaba al Polaco Goyeneche cantando Malevaje para mí no estaban sonando bandoneones, eran guitarras y el ritmo me hacía sentir energía, como cuando escucho rock.
Para mi asombro, cuando pregunté exaltado que es lo que está sonando, mi padre me respondió al toque, es el Polaco Goyeneche, lo quedé mirando, el un rockero pesado hablándome de tango no era normal.
Esa misma noche en mi casa me fui a la radio, puse la AM, algo que solo hacía para escuchar los partidos de Peñarol, y me quedé escuchando un buen rato de tango. Esa vez mi madre no me gritó que lo quitara y por el contrario se sentó conmigo a escucharlo. Mientras pasaban los temas me di cuenta que no solo ella conocía las letras, también sabia quienes los cantaban, al ver esto no me quedó otra que preguntarle por qué no me dejaba escuchar tango de niño.
Su respuesta fue muy clara, «tuve una niñez difícil, rodeada de gente que me pegaba por nada, donde nada de lo que anhelaba se cumplía, una niñez sin padres, sin felicidad y de fondo mientras vivía ese calvario siempre de fondo estaba sonando un tango. Es imposible que no sepa las letras, que no sepa quien las canta, era lo único que se escuchaba. Tenía una radio escondida debajo de la cama y la escuchaba antes de dormir muy bajito esperando sonará algún tema de los Beatles, pero me la descubrieron y como penitencia me hacían escuchar tango antes de dormir.» (escuchar rock estaba mal visto en algunas casas de la década del 60)
Imposible no odiar el tango después de tener esas vivencias y totalmente entendible su actitud de nerviosismo al escuchar un tango que sonara dentro de casa. Obviamente luego de que me contara todo (más otras cosas que no es necesario contar) le dije que la entendía y que no volvería a poner tango en casa. Su respuesta fue, «no, si vos tenes la necesidad de escuchar tango, hacelo, no tenes que cargar con mi pasado».
Me costó un poco escuchar tango en mi casa después de saber la historia de mi vieja, pero como la vi receptiva a escuchar y yo tenía la necesidad de escuchar no me autocensuré.
Fui conociendo la obra de Gardel y sus guitarras que al sonar siempre las imaginé con sonido metalero. La gran obra maestra de Astor Piazzolla que claramente es mucho más que tango, la voz potente del varón del tango, Julio Sosa, la energía imponente de Juan D`Arienzo y muchos más.
Cuando salía de Pinamar a Montevideo en el C1 en algunas mañanas cuando la batería no me daba para pasar algún casette en el walkman me ponía Radio Clarín y por vergüenza (inexplicable hasta el día de hoy) me ponía el volumen bajo, me costó años demostrar abiertamente que me gustaba el tango, solo lo escuchaba cuando estaba solo y con mi vieja. No tenía ningún amigo que le gustara y con quien compartir, también me pasaba lo mismo con el rock y metal, todos mis amigos eran cumbieros y odiaban el rock. Gracias a ellos también puedo decir que tengo una base importante de cumbia de la cual ya no reniego, pero en aquella época sí.
Hoy el tango en mi vida es tan importante como lo es el rock, no solo veo rock en el tango, veo el tango en el rock. De camino al trabajo suelo escuchar una radio online de Buenos Aires donde pasan continuamente Tango, caminar por Montevideo (Palermo, barrio Sur y Centro) tiene una magia distinta cuando lo es con tango de fondo. La radio se llama Caff, la recomiendo.
Lamentablemente en Uruguay el tango no tiene la fuerza que tiene en Argentina o más bien en Buenos Aires. Si bien hay circuitos de tango realmente no es mucha la gente que lo viva diariamente, las radios no suelen pasar tango y solo aparece en algunos momentos o fechas especiales. Como cuna compartida con Buenos Aires del tango, Montevideo debería mostrar más interés, cuando se hicieron espectáculos del género se llenaron. Montevideo puede y debe respirar más tango.
En cuanto a mi vieja, en sus últimos años cuando ya no trabajaba por el cáncer y pasaba sus días en el terreno de nuestra casa en Pinamar con sus plantas siempre la acompañaba una radio en donde muchas veces sonaban grandes tangos. Seguramente los años donde escuchamos tango juntos logró sanar viejas heridas del pasado y hoy al escuchar también siento que ella lo hace conmigo.
Suelo molestar a mis amigos y conocidos con preguntas simples pero difíciles de contestar, por ejemplo, si te fueras a vivir a Marte y solo te podrías llevar 10 canciones, ¿cuáles serían?
En este caso la pregunta seria, si te tuvieras que llevar 10 tangos, ¿cuáles serían?
Mi respuesta:
Juan D’Arienzo – La Cumparsita
Astor Piazzolla – Libertango
Roberto Polaco Goyeneche – Narango en Flor
Julio Sosa – En esta tarde gris
Julio Sosa – La Cumparsita
Roberto Polaco Goyeneche – Balada para un loco
Carlos Gardel – Mano a mano
Charlo – Nostalgias
Carlos Gardel – Tomo y obligo
Carlos Gardel – Por una cabeza
¿Y tú respuesta cual sería?