No recuerdo bien si eran los sábados o los domingos pero era normal que mi viejo me llevara en el fitito a dar una vuelta por Montevideo para contarme historias de cuando el era chico y terminar comiendo chorizo en el barrio de los judíos.
En una esquina que no recuerdo bien cual era (creo que era Arenal Grande y Carlos Reyles) había un medio tanque y unos caballetes al costado del cordón de la vereda sobre la calle. En el se juntaba mucha gente a comer y charlar cara a cara aunque no se conocieran, todavía no existían los celulares, hoy eso seria imposible ya que bromatología lo censuraría pero es que los tiempos cambiaron y Montevideo con él.
El barrio de los Judíos y Goes era muy recurrente en mi familia ya que mi hermano fue a la escuela N84 y yo fui a los colegios San Miguel y Don Orione, pero además mi madre me contaba mientras esperábamos el 163 con el olor a galletitas maría de la fabrica de El Trigal, que vivió por arenal grande en una casa de puerta chiquita con círculos de vidrio. Mis viejos tenían además una pareja de amigos que vivían atrás de la vieja estación de Goes por la calle Rocha y solíamos ir muy seguido.
El miedo por los tumanes, las compras en la panadería de la esquina y el pequeño almacén que tenía de todo al lado de la parada hoy ya no existen, y por el contrario hay muchas cuadras de grandes negocios al por mayor, antes también había muchos negocios pero no tantos como ahora, es que Montevideo cambio.
Unos años mas tarde antes de entrar en la adolescencia volví al barrio para ir a jugar a una escuela de futbol del ex jugador Revetria que quedaba por la calle San Martín ya mas tirando para la aguada pero para llegar ahí me bajaba en Justicia y Amezaga y caminaba pasando por el mercado agrícola que estaba lleno de camiones y tenia que pasar medio rápido porque unos amigos de lo ajeno me la habían dado ya un par de veces. Hoy paso por esa misma zona pero en auto para ir a comprar frutas al Mam, en la esquina de Amezaga y Porongos había una cancha de futbol rodeada de muro en donde jugábamos en las tardes en el colegio Don Orione, hoy esa cancha es una gran plaza para hacer muchos deportes y no esta cercada por un muro, es que Montevideo cambio.
Y Montevideo cambió y su gente cambio y sus costumbres cambiaron. Y es difícil poder decir si fue para bien o para mal, es imposible poder detener el avance del tiempo. Y los cambios traen cosas buenas y cosas malas. Quizás para muchos el Montevideo de hoy no se compara con el de hace 30 años atrás o el de hace 50 años atrás, pero seguramente para los que eran veteranos hace 30 años ese Montevideo no se comparaba con el que ellos vivieron 30 años antes.
Es que a medida que pasan los años y nos hacemos grandes los recuerdos muchas veces nos hacen creer que todo tiempo pasado fue mejor. Hoy cuando voy al barrio de los judíos y camino por las mismas calles que camine de niño lo veo muy cambiado pero al mismo tiempo lo veo igual.
Si mi padre viviera hoy ya no tendría muchos de los bares a los cuales el solía ir a tomar una con los parroquianos porque en su gran mayoría cerraron. Tampoco podríamos ir a comer chorizos en el medio tanque de la calle, mi vieja no podría comprar las cosas necesarias en el almacén de la parada del bus porque ni el almacén ni la parada existen, por la calle justicia desaparecieron los video clubs y muchos negocios pero hoy hay una gran variedad de negocios para cubrir todas las necesidades y si bien quedan poco bares en el mam tenemos una gran variedad de lugares para saciar todas las necesidades.
Soy muy melancólico normalmente y hasta tengo una web sobre montevideo antiguo por lo que podríamos decir que anhelo mucho el pasado, pero Montevideo cambio, pero no para mal, tan solo cambio y hay que ir de la mano de esos cambios para no quedarnos atrás. Hoy mi hijo apenas tiene un año y cuatro meses y ya lo saco a dar vueltas por Montevideo pero espero que cuando sea mas grande y entienda un poco mas poder sacarlo a pasear como hacia mi padre y contarle sobre un Montevideo que ya no volverá pero también a valorar el que tenemos hoy.