Un templo, consagrado al Dios de la guerra, ocupaba el solar de la primera iglesia de Estrasburgo, elevada por San Amando a principios del siglo v. Los cimientos del edificio actual datan de 1015. Pero, desde entonces, ¡ cuántas destrucciones, cuántos desastres, cuántos incendios! En 1275 fué acabada la bella nave, y solamente en 1439, el día de San Juan, fué terminada la flecha y colocada la última piedra…
La fachada de la catedral de Estrasburgo tiene la ligereza de una tela de araña. Los tres pórticos de esta fachada están esculpidos de tal manera que recuerdan las obras de orfebrería. En los arcos de bóveda, no son personajes aislados, sino grupos, escenas enteras los que se alojan. En el interior se admiran bellas vidrieras, el púlpito de piedra, el pilar de los Angeles, el reloj astronómico « de los Tres Reyes », obra maestra de mecánica del siglo xvi.

La catedral de Notre-Dame de Estrasburgo está situada en el centro histórico de esta ciudad francesa, declarado Patrimonio Unesco de la Humanidad en 1988, y consagrada al culto católico de la Virgen María, restablecido desde finales del siglo XVII tras el periodo de culto protestante iniciado en el siglo XVI.
El edificio, propiedad del Estado francés que lo declaró Monumento Histórico en 1862 y sede de la Diócesis de Estrasburgo, fue construido a lo largo de cuatro siglos, entre el 1015 y el 1439, y es considerado un ejemplo destacado de la arquitectura del arte gótico tardío, acumulando por la maestría de diferentes arquitectos venidos sucesivamente de Borgoña, el reino de Francia y del Sacro Imperio para su construcción que combinaron los estilos de obras como las de Sens, una de las primeras del gótico, Chartres, Notre-Dame de París, Notre-Dame de Reims y otras de Suabia o Bohemia.
Su única torre campanario o flèche que culmina a 142 m de altura, constituyó la obra arquitectónica más alta del mundo durante más de dos siglos. Reflejo de la vida artística de la ciudad y testigo de su devenir histórico desde la Edad Media, Notre-Dame de Estrasburgo sufrió las consecuencias de la rivalidad franco-alemana durante el asedio de 1871 y de los horrores de la Segunda Guerra Mundial durante los bombardeos de la aviación aliada de 1944.
En 1956, el Consejo de Europa hizo de ella símbolo de la reconciliación y de la construcción europea al ofrecerle una de las obras que decoran su coro, siendo escenario de las celebraciones del bimilenario de la ciudad en 1988 durante la visita del papa Juan Pablo II.